SALIR DEL POZO Terminada la algarabía multirracial de los sanfermines, la explosión blanquirroja de diversión y excesos; entonado el “Pobre de mí” con la mente puesta en el chupinazo del año venidero; finiquitados encierros y corridas, es momento de echar la vista atrás en lo taurino para pararnos en un hombre que ha hecho de su paso por el coso pamplonica un trampolín para salir del pozo. El pozo es un lugar tétrico y lúgubre donde las sombras campan a sus anchas. Devoradoras de cualquier atisbo de luz o brillantez, las sombras engullen todo lo que cae a su alcance dejando en el olvido a todo aquel que sufre su despiadado abrazo. Además de sombrío, el pozo es un camposanto de silencios. Ningún eco escapa a sus fronteras. Todo lo que en él ocurre se extingue sin dejar huella alguna. Todo pasa como si no hubiese existido. Ese páramo de tristeza y desprecio ha sido, durante al menos diez años, el paradero de Octavio Chacón, matador de toros de la gaditana Prado del Rey, alternativado el 28 de febrero de 2004 en El Puerto de Santa María, que, en un par de temporadas, se vio postergado y arrojado al pozo sin ninguna conmiseración. Tanto fue así, que tardó ocho años y medio en poder confirmar su doctorado en Madrid; tarde en la que, pese a dejar un muestrario de muletazos largos, templados y suaves y evidenciar, además de temple, valor y disposición, la leve petición que consiguió en su primero no tuvo altura suficiente para encontrar alguna manera de trepar por las paredes del pozo. Lo peor de una larga estancia en el pozo es que pudre los sueños, corrompe la esperanza y sume al que lo sufre en un paulatino conformismo que suele ser letal para sus aspiraciones. De ahí, el extraordinario mérito de Chacón de curar sus propias heridas, de levantarse cada vez que caía y de no consentir que las tribulaciones y reveses acabaran con su confianza en él mismo. Como si hubiera hecho suyo el aforismo de Nietzsche: “Lo que no me mata, me hace más fuerte.”, Octavio ha sido capaz de mantener un pulso despiadado con la vida para irse fortaleciendo en voluntad y determinación y afrontar cada una de las pocas tardes que vestía de luces dispuesto a buscar la salida que lo librara de su sombrío enclaustramiento. Así le llegó este año una oportunidad en Madrid. Una oportunidad envenenada de esas que le sirven a la empresa para quitarse toreros de en medio, pues la probabilidad de salir con bien de un encuentro con una corrida de Saltillo –la peor con diferencia del San Isidro anterior– era verdaderamente remota. Pero Chacón no pensó en eso, o si lo pensó se lo quitó pronto de la cabeza. Para él, aquella corrida era la única oportunidad de dar el salto aunque sólo fuera para asomar la cabeza en el reino de la luz. Era lo que tenía y había que aprovecharlo. Y a fe que lo hizo. No consiguió ninguna faena redonda porque los toros no se lo permitieron, incluido su primero, al que la ignorancia del palco concedió una vuelta al ruedo que ni mereció ni pidió nadie. Todo lo contrario de la vuelta triunfal que dio el torero. Con el cuarto, pasó un mal rato, pero en ningún momento se apeó de su torería y buen hacer. Saludó una ovación y lo que es más importante: comenzaron a sonar los teléfonos. Había conseguido sacar la cabeza fuera del pozo y se había hecho visible. El fruto no tardó en caer: se le anunciaba en una de las corridas de San Fermín. Entre estas dos fechas, se entretuvo en cortar cuatro orejas en la localidad abulense de El Tiemblo y vuelve a Las Ventas, donde da una merecida vuelta al ruedo. Y llegaba Pamplona, con la corrida de Cebada Gago. Festejo televisado que multiplicaba sus posibilidades de hacerse oír más allá incluso de España entera. La corrida era para él otra final que había que ganar. Y la ganó. La ganó en sus dos astados. En el veleto y astifino primero, porque no se puede estar mejor de lo que él estuvo con un medio toro sin clase ni transmisión. Jugó todas sus cartas, buscó a las peñas, se tiró de rodillas y echó mano de los alardes ya que el toreo fundamental era imposible. De hecho, arriesgó tanto en un desplante que hubo de intervenir el capotillo de San Fermín para no lamentar una cornada. Al final, se fue tras el acero y cortó una oreja. Todavía quedaba otro. Este fue mejor toro, pero quiso doña Fortuna hacer un desaire y permitió que el burel se lastimara una pezuña. Otro hubiera tirado por la calle de en medio, pero Chacón tenía en su mano escapar del pozo y no podía dejar pasar la ocasión. Buscó torearlo por el lado en que el toro no tenía que girar sobre la pata lastimada y así, con inteligencia y corazón, compuso una faena que volvió a valerle otro apéndice que le abría la Puerta del Encierro para salir en hombros. Me alegré por él, por su lucha, por su afición sin desmayo, por sus ganas de ser y darle sentido a toda una vida. Ayer, 14 de julio, cortó cuatro orejas y un rabo en su pueblo natal. Cuando escribo estas líneas está anunciado en Ceret; el 22 de julio va a Mont de Marsán; el 15 de agosto, a Cenicientos, y el 26 tiene la trascendental cita de Bilbao con los miuras. Octavio Chacón ha vuelto a hacerse visible. Esperemos que la suerte y el acierto le acompañen. Su lucha ha sido durísima, pero ahora lo tiene en su mano. En cualquier caso, no dejo de formularme una pregunta: ¿cuántos como él se mustian en el pozo a la espera de un rayo de luz que los vuelva a la vida? Algo en el toreo tiene que cambiar. Santi Ortiz Sanlúcar de Barrameda, 15 de julio de 2018 SOBRE JOSÉ TOMÁS EN ALGECIRAS No defraudar jamás. Recoger siempre el guante de las exigencias. Instalarse en la cumbre de lo excepcional. Responder sin temor a la Esfinge. Habitar como si nada el ojo del huracán. Hacer de la libertad una doctrina. Borrar los techos y las limitaciones. Sorprender siempre en lo admirable. Desenroscar el tiempo para que fluya perezoso y dulce. Comprimir los espacios que engrandecen la lidia. Transmutar lo rudo del toreo en un ejercicio de serena elegancia. Plantar la bandera del dominio en el terreno arrebatado al toro. Vencer y convencer. Depurar la técnica hasta volverla arte. Soñar y hacer soñar. Sentir y hacer sentir. Convertir el toreo en milagro. Hacer del valor instrumento de la maestría. Purificar las formas. Ennoblecer el fondo. Construir el discurso de más bella elocuencia. Hacer del silencio su grito y del toreo su más firme mensaje. Volar más alto que las águilas. Mostrar la senda del futuro. Perfumar la esencia de las suertes. Trocar su itinerario en guía de caminantes. Saciar al sediento en la fuente del toreo. Desnudar la verdad y honrarla siempre. Todos estos atributos tomistas, compendiados y etéreos, mostraron su vigencia el pasado 29 de junio en Algeciras: una ciudad engrandecida, conmocionada y atónita ante la riada de conversos, la multitud de aficionados, el alud de gente, que inundaron sus calles, rincones, hoteles y restaurantes, antes de darse cita –siete y media de la tarde en el reloj del toreo– en la plaza de Las Palomas. Y en medio de dicha convulsión: José Tomás; un hombre, un torero, que venía a situar las coordenadas de la Tauromaquia en la Puerta del Sur de la Península. ¡Y de qué forma! Puedo afirmar sin temor a equivocarme que la faena de José Tomás al toro que abrió plaza –“Farfonillo”, número 135, negro mulato y de 506 kilos de peso– es de las obras magistrales más perfectas que han visto mis ojos en más de sesenta años de ir a los toros. La quietud, el temple, la elegancia, el mando, la caricia, el dominio no concedieron el menor resquicio a brusquedades, carreras y aspavientos. Hasta los alardes –que los hubo– fueron hilvanados con el hilo prodigioso del arte más majestuoso y gentil. Sobre el soporte de la vertical quietud, del dominio más absoluto y del temple más rítmico y cadencioso, La Estatua fue construyendo una obra memorable, asombrosa, increíble. Ni de salón se puede torear mejor ni con más gusto. Al final del toreo fundamental ya casi le sobraba el engaño, pues se dedicó a citar y torear con tan sólo media muleta. Le bastó con ello para convertir al toro en su satélite y hacerlo orbitar una y otra vez alrededor de su cintura. Todo a cámara lenta, todo de una pureza acrisolada. Era la obra del maestro más grande con que hoy cuenta el toreo, a años luz de todos los demás. Es cierto que el toro fue dócil y claro, pero también lo es que no transmitía nada y que toda la emoción hubo de ponerla el torero. ¡Maestro José Tomás! Ahora sólo nos queda hacer cábalas tratando de averiguar cuándo y dónde toreará de nuevo. Lo que no admite dudas es que los que lo vimos en Algeciras moveremos cielo y tierra para acudir a la cita de su próxima corrida.
Santi Ortiz Sanlúcar de Barrameda, 2 de julio de 2018 Conocer a Santi Ortiz era un honor para mi, aficionada alemana, enamorada en el mundo del toro bravo . Encuentrar este articulo, en el blog "Querencias.net, de Santi Ortiz, era una sorpresa. Somos orgulloso, ser quien somos, 'extranjeros', sin cultura taurina, con pocos conocemientos, pero con muchos ganas de ver Toros y Toreros. Aprender, sentir, y vivir de este mundo tan maravillosa, que nos llena el corazon. Gracias Santi Ortiz! 'Brigadas Internationales' de Santi Ortiz Irradian entusiasmo. Hablas con ellos y te transmiten la pasión que les embarga. Son humildes, pues conocen sus limitaciones, pero están determinados a luchar contra ellas, por eso no dejan pasar la mínima oportunidad para rozarse con el toreo y sacar todo el provecho y conocimiento posible de la experiencia. Les da igual un museo, que un periódico, que un libro, que una foto, que un vídeo, que una charla y, naturalmente, asisten siempre que pueden a las plazas. No tienen complejos. Proclaman con sosegado orgullo lo que aman, y el coste en esfuerzos lo dan por bien pagado sin importarles el sacrificio que se les exija. Acuden a la llamada del toro como un deber inexcusable sea donde sea siempre que esté al alcance de sus posibilidades. Son generosos y altruistas, y sintiéndolos vibrar no sólo se les toma cariño, sino que siente uno cómo en algún lugar del alma crece y se robustece la flor de la esperanza. Porque uno piensa que, mientras exista gente así, la fiesta de los toros no puede perecer. Ninguno ha nacido en Triana ni en San Bernardo ni en Chamberí ni en el jerezano barrio de Santiago. Sus ojos se abrieron por primera vez al mundo muy lejos de España y siempre fuera del orbe taurino. No son sudamericanos ni franceses ni portugueses ni de ninguna tierra que se roce con el toro bravo. Sin embargo, sus destinos les llevaron un día a presenciar una corrida y eso les bastó para quedar impactados de por vida y dedicar sus ilusiones, sus ahorros y su fuerza vital a cultivar una afición que se les había metido en la sangre y la mente de modo irreversible. Todos hicieron de España su tierra prometida. Todos han acudido a ella en busca del sol y de las duras arenas donde la lid se convierte en lidia y los hombres se visten de alamares para salir a ganarle la pelea a una muerte ennoblecida de bravura. Unos vinieron para quedarse, otros para irse y retornar en cuanto les fuera posible. Como mi amiga Vitaliana Exposito, italiana de cuna, que dentro de unos días emprenderá su vigésimo tercer viaje a España y que, a pesar de venir a Madrid, ya tiene proyectado irse cerca de Nimes para asistir a un tentadero con los alumnos de la Escuela Taurina de Barcelona. Como Niall, irlandés y afincado hará un lustro en Sanlúcar de Barrameda, que se buscó una profesora de español para que le tradujera un libro de pedagogía taurina con el que esperaba comprender mejor la fiesta que amaba. Como Corin, alemana, también residente en Sanlúcar, que forma parte de la escuela de aficionados prácticos de la ciudad y que no pierde ocasión ni medios de empaparse de toros por todos los conductos: el pasado sábado, cogió su autobús y se desplazó a Jerez para ver al matador de toros Caro Gil impartir una clase de toreo de salón. Como su amiga y compatriota Doris, que firma sus escritos como Torodora Gorges, quien ha tenido la deferencia de hacerme llegar un libro de su autoría, apasionado y apasionante, sobre el torero de su predilección: Morante de la Puebla. Estoy seguro de que cada lector de este escrito podrá aportar otros nombres de aficionados extranjeros que sientan el toreo con la misma afición y entrega que los aquí citados. Para mí, forman entre todos esas “brigadas internacionales” que, como aquellas que vinieron a dar su vida por la República española en su lucha contra el fascismo, defienden de palabra y obra en sus respectivos países o allá donde se encuentren los valores y grandeza de nuestras corridas de toros. Su labor es pues impagable. Y cuando te rozas con ellos, te aportan una auténtica inyección de moral; una inyección que para corazones un poco cansados como el mío de tanta sinrazón animalista supone un auténtico soplo de aire fresco vitalista y reconstituyente. Aqui los No. ISBN de los libros del autor Santi Ortiz: EL TOREO FRENTE AL MUNDO ISBN 978-84-7290-778-2 JUAN BELMONTE, A UN SIGLO DE SU ALTERNATIVA ISBN 978-84-7290-627-3 JOSÉ TOMÁS TEMPORADA 2009 ISSN 1135-7304 JOSÉ TOMÁS EL RETORNO DE LA ESTATUA ISBN 978-84-931214-1-9 ...Y DE TESTIGO LA GIRALDA ISBN 84-96098-63-X LANCES QUE CAMBIARON LA FIESTA ISBN 84-239-9942-4 EL ARTE DE VER TOROS ISBN 84-239-8760-4 Hay otro más, que escribí conjuntamente con otros autores y en el que me dedicaba a Morante de la Puebla, titulado: LOS TOROS HACIA EL TERCER MILENIO y su ISBN es 84-239-3294-X |
COLINColin C. Ernst, aficionada practica alemana Enlance de la Organisacion
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Mai 2020
CategoriesTodo para Toreros y Aficionados
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